Energía y medio ambiente

Culturalbyts 2014-02-24

A principios de junio del año pasado entraba en vigor la normativa que obliga a que las viviendas que vayan a ponerse en venta o en alquiler cuenten con una certificación de su consumo energético conocida como certificado energetico. Esta certificación contempla dos aspectos, por un lado la eficiencia energética del edificio –cuánta energía consume y cómo la aprovecha- y por otro su impacto ambiental –cuánto contamina y cuántos residuos produce-. Todo ello pone de relevancia el aumento de la preocupación por el consumo energético, tanto por los costes que genera como por la degradación que produce en el medio ambiente.

Consumo energético y medio ambiente

En mayor o menor medida, todas las fuentes de energía producen algún grado de impacto ambiental. Si tuviésemos que trazar una escala, en el grado más alto se situaría la energía nuclear -cuyos residuos no pueden ser eliminados-, pero también las energías renovables generan impacto. Por ejemplo, los molinos eólicos crean un importante impacto visual en el paisaje y producen un ruido que puede ser muy molesto para los habitantes de los alrededores. Es cierto que no es comparable con los problemas que puede ocasionar una central térmica que contamina el aire, pero tampoco es inocuo para el medio ambiente. Por ello, se trata de apostar en primer lugar por un uso más racional de la energía, haciendo que nuestro consumo sea el más eficiente posible. Por ejemplo, mejorar los aislamientos o elegir sistemas de calefacción que tengan un consumo bajo puede ayudar mucho a reducir el gasto energético de nuestra vivienda sin disminuir el nivel de confort, y lo mismo sucede con muchos otros ámbitos de nuestra vida.

Una vez que hemos reducido el consumo, el siguiente aspecto a tener en cuenta es el tipo de energía que consumimos. Las energías renovables tienen un impacto mucho más reducido que las no renovables, de ahí que se insista mucho en la necesidad de ir reduciendo poco a poco la dependencia respecto de estas últimas. Además, nuestro país no cuenta con las suficientes fuentes de energía no renovables para abastecer las necesidades de toda la población, lo que hace que los costes sean mucho más elevados. Aunque se están investigando nuevas posibilidades –como el fracking o las extracciones petrolíferas frente a las costas de Canarias y Baleares-, no parece que se trata de yacimientos muy grandes, por lo que la dependencia energética del exterior se seguiría manteniendo. Eso sin contar el impacto para el medio que generan estas fuentes de energía, muy contaminantes para el terreno y los acuíferos de los lugares donde se sitúan. En un país con tantas horas de luz solar como el nuestro, una buena opción es apostar por la energía solar, como de hecho se hizo. España cuenta con empresas punteras en este sector que exportan su tecnología a muchos países diferentes, pero en los últimos meses han visto frenado su expansión por los recortes en las ayudas. Apostar por ello de nuevo y, en general, por el uso de energías renovables sería lo más deseable, tanto para nuestros bolsillos como para el medio ambiente.