PreTextos: La ciudad de los libros soñadores

Universo Abierto 2013-07-03

Moers, Walter: La ciudad de los libros soñadores. Madrid: Maeva, 2006.

Poco antes de morir, Danzerote entrega a su discípulo Hildegunst von Mythenmetz un extraño manuscrito y le pide que se dirija a la ciudad de los libros soñadores. Al leer el libro, el joven Hildegunst descubre que su autor tiene un don único, el Orm, y se dispone a buscarlo en aquella extraña ciudad. Hildegunst descubre un lugar subterráneo poblado por fantásticos personajes obsesionados con los poderes secretos de los libros, libreros de viejo y coleccionistas de rarezas literarias, cazadores de libros capaces de matar por un manuscrito deseado… Deberá reunir todo su valor para adentrarse en las catacumbas donde se esconde el temible rey de las sombras. Empiezan entonces para el joven unas muy inesperadas y fascinantes aventuras por el mundo mágico de los libros.

Extractos:

“Taron Trekko corría el riesgo de morirse de hambre, y eso en una ciudad que pululaba de restaurantes y gente con ganas de divertirse. Sin embargo, descubrió rápidamente con qué se podía ganar en Bibliópolis mucho más dinero que haciendo jueguecitos para borrachos: con libros raros. Llegar a esa conclusión no tuvo nada de difícil, porque allí casi todo el mundo vendía libros. Sin embargo, había un tipo de ejemplares especialmente raros para los que siempre había una gran demanda. Eran los libros de la Lista Dorada.”

“Los libros reunidos en esa lista no se podían comprar en ninguna librería de viejo de Bibliópolis. Sólo muy rara vez aparecía realmente alguno de ellos y era adquirido enseguida en subasta por algún coleccionista rico: eran leyendas que por todas partes suscitaban la codicia, parecidas a las de los diamantes gigantes de la Fortaleza de los Dragones. Entre esos libros estaban El libro sangriento, Las maldiciones de los demonios de Nokimo Norken o el Manual de los gestos peligrosos… y algunos centenares de títulos más. Un tipo especial de aventureros – los llamaban cazadores de libros – se había especializado en buscar esas obras valiosas en las entrañas de Bibliópolis y sacarlas a la superficie. Algunos de ellos habían sido contratados por coleccionistas o libreros, otros buscaban por su cuenta. Las recompensas ofrecidas por la consecución de los libros de la Lista Dorada eran tan astronómicas que encontrar un solo ejemplar podía hacer rico a un cazador de libros. Era una profesión peligrosa, la más peligrosa de toda Bibliópolis. La búsqueda de un libro desaparecido quizá os parezca, mis audaces compañeros de viaje, una aburrida ocupación de un librero gagá, pero allí en los abismos de la misteriosa ciudad conllevaba más riesgos mortales que la caza de escorpiones de cristal en las grutas de la Garganta de los Demonios.”