PreTextos: Jorge Luis Borges, suma de infinitos bibliotecarios hipostáticos

Universo Abierto 2014-03-12

Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – † Ginebra, 14 de junio de 1986) fue un escritor argentino, autor de El Aleph, Ficciones, El libro de arena, entre otras obras. Fue poeta, traductor, profesor de literatura inglesa, cuentista, bibliotecario, ensayista, políglota y crítico literario.

Una de sus frases celebres en alusión a las bibliotecas en las que ejerció como profesional es:

«Ordenar bibliotecas es ejercer de un modo silencioso el arte de la crítica».

Al ser aceptado como director de la Biblioteca Nacional, a la vez que quedó ciego escribió el Poema de los Dones en El Hacedor”.

«Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche.»

Del mismo Poema de los dones, de 1960, es esta otra frase:

«Yo, que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca».

Ernesto Sábato también hizo alusión a Borges como bibliotecario en “Uno y el universo2, obra de 1945.

«A usted, Borges, heresiarca del arrabal porteño, latinista del lunfardo, suma de infinitos bibliotecarios hipostáticos, mezcla rara de Asia Menor y Palermo, de Chesterton y Carriego, de Kafka y Martín Fierro; a usted, Borges, lo veo ante todo como un Gran Poeta. Y luego, así: arbitrario, genial, tierno, relojero, débil, grande, triunfante, arriesgado, temeroso, fracasado, magnífico, infeliz, limitado, infantil e inmortal».

Por supuesto no nos vamos a olvidar de La biblioteca de Babel un cuento del escritor argentino Jorge Luis Borges, aparecido por primera vez en la colección de relatos “El jardín de senderos que se bifurcan” (1941), colección que más tarde fue incluida en “Ficciones” (1944). La biblioteca en el imaginario de Borges parece ser infinita a la vista de un ser humano común, pero al tener un límite de 410 páginas por libro, 40 renglones por página y 80 símbolos por renglón, el número de posibilidades es vasto pero finito. El relato es la especulación de un universo compuesto de una biblioteca de todos los libros posibles, en la cual sus libros están arbitrariamente ordenados, o sin orden, y preexiste al hombre.

“La biblioteca de Babel es un complejo compuesto por un número indefinido de galerías hexagonales e idénticas, donde hay grandes ventilaciones en el medio, cercadas por pequeñas barandas. La distribución de las galerías se reduce a cinco largos anaqueles en cada muro que cubren cuatro de los seis lados. La altura apenas excede la de un bibliotecario normal. Dos de las caras de cada galería dan a un angosto zaguán que va a otras galerías. A los lados del zaguán hay dos gabinetes; en uno de ellos alguien puede dormir parado y usar el restante para satisfacer las necesidades. Más allá hay una escalera espiral que se abisma hacia lo remoto.

Por cada anaquel hay un total de treinta y dos libros con el mismo formato; por cada libro que se encuentra, se puede contar 410 páginas. Cada página tiene cuarenta reglones. Cada renglón, ochenta letras de color negro. También hay letras en los dorsos de los libros. No obstante, en los dorsos de cada libro no se indica el contenido de las páginas. Esto se debe a dos axiomas fundamentales.”

Borges plantea dos axiomas basados en la biblioteca como eternidad, un icono del saber y la cultura, ya que según el autor las creencias y corrientes de pensamiento de tal Universo, “que otros llaman la Biblioteca”. Los Axiomas son: .

“La biblioteca existe desde la eternidad. Esto significa que tanto la biblioteca de Babel como los bibliotecarios pueden ser obra de un dios o del azar.

El número de símbolos ortográficos usados en los libros es de veinticinco, incluyendo el espacio, la coma y el punto. Los libros de Babel están compuestos a partir de combinaciones aleatorias de estos signos, agotando todas las posibles combinaciones (cuyo número es inimaginablemente grande, pero no infinito). Esto demuestra la naturaleza caótica e informe de todos los libros. Por cada palabra que esté escrita, puede haber palabras inconexas, frases incoherentes, que forman lenguas menos incoherentes.”

Mientras muchos ven el fin de la biblioteca y el bibliotecario en la era digital, deseo, como dice el sabio, que el bibliotecario sea eterno , y quizás me inclino más por que sea obra del azar que de Dios, por eso de laicismo tan latente con la profesión y el raciocinio.

Y como consecuencia de esa eternidad de la biblioteca es eterna Jorge Luis  “basta con que un libro sea posible, para que exista” en algún lugar de la inmensa Biblioteca”.